“Entrevista a General Noriega” por Julio Yao

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En 1989 tuve conocimiento de un documento ‘Secreto-Sensitivo’ del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU. que resumía el objetivo de eliminar a Manuel Antonio Noriega: abrogar los Tratados del Canal; asegurar el control del Canal más allá del 2000; cancelar los contactos con Japón para las alternativas al Canal y cortarle su ascenso al poder mundial.

EE.UU. no apoyó el golpe de Moisés Giroldi porque prefería eliminar a las FDP, condenándolo al fracaso.

El rechazo a Japón se remontaba a la Doctrina Monroe (1823); a la Política del Canal, de Rutherford Hayes (1880); al Tratado de 1903 y a una interpretación antojadiza del Tratado de Neutralidad.

Los contactos con Japón fueron iniciados por Torrijos, pero profundizados por Noriega, ya que ambos aspiraban a contrapesar la influencia de EE.UU.

Según John Perkins: ‘Cuando echaron a Carter; cuando perdió la elecciones y entró Reagan con Shultz como secretario de Estado — que venía de Bechtel — y Weinberger — que venía también de Bechtel — como secretario de Defensa, estaban muy enojados con Torrijos’.

‘Intentaron convencerlo de renegociar el Tratado del Canal y no hablar con los japoneses. Se negó rotundamente… Entonces murió en la caída de un avión en llamas, conectado a una grabadora con explosivos dentro… No cabe duda de que fue organizado por la CIA, y muchos investigadores estadounidenses llegaron a la misma conclusión’. (Entrevista con Amy Goodman, de ¡Democracy Now!, Radio Pública Nacional de EE.UU., 9 de noviembre de 2004).

En 1993 le hice llegar al general Noriega a su celda de Miami el siguiente cuestionario, cuyas respuestas recibí el 17 de mayo.

JY: ¿Luego de la firma de los tratados, el senador Mike Gravel de Alaska y los japoneses se interesaron en un nuevo Canal. ¿Cómo continuaron esas relaciones con Japón?

MAN: Japón hizo compromisos para los estudios del futuro Canal, buscando opciones convenientes, lo que se inició con la visita del presidente de la Cámara de Comercio japonesa, Shigeo Nagano. Esta Cámara de Comercio es una especie de Consejo Estratégico Económico. Aunque Nagano murió, el interés siguió y ellos, desde 1984, iniciaron la relación enviando incrementos económicos en distintas áreas de Panamá, en estudios, inversiones y préstamos.

JY: ¿Cuáles eran los intereses y objetivos centrales de Japón?

MAN: Ellos asistían a las reuniones y se presentaron con una opción de trabajo en el Ensanche de Corte Culebra, la mayor prioridad en esos momentos. Hubo un punto máximo de relaciones con Japón en el cual ellos veían la importancia del Pacífico en relación con el Atlántico y la necesidad de ampliar el Canal para el año 2000, de forma que pudieran pasar los barcos de nueva construcción.

JY: ¿Cuál fue la actitud de EE.UU. en relación con el interés de Japón?

MAN: Siempre los norteamericanos veían con poca aceptación la presencia japonesa. Hubo siempre ciertos recelos, pero debido a la importancia y a la dedicación de Manuel Antonio Noriega, los japoneses tomaron gran confianza en ese plan y se consideraron socios. Los norteamericanos siguieron obstaculizando los proyectos y las reuniones tripartitas.

JY: ¿Qué estaban dispuestos EE.UU. a aceptar de Japón?

MAN: EE.UU. nunca estuvieron de acuerdo en que se les dejara a los japoneses ni siquiera las opciones de control después del año 2000. Por supuesto, nos referimos a materias de SEGURIDAD, ubicando solo la presencia de ellos en el aporte de capital y la parte tecnológica.

JY: ¿Hubo presiones de EE.UU. a Japón y Panamá?

MAN: El asunto llegó a un punto de coincidencia del año 1985 en adelante, en que se hicieron presiones diplomáticas a Panamá y también a los japoneses a fin de que estos disminuyeran su interés y compromiso. Así me lo hicieron conocer en diciembre de 1986, cuando asistí a Tokio por invitación de la Cámara de Comercio. Se me dijo que tenían mucha presión y que por ello suspenderían una serie de proyectos originales.

JY: ¿Cuál fue la reacción de Japón a las presiones norteamericanas?

MAN: Me pedían que hasta que EE.UU. no arreglaran su situación con Panamá, ellos tenían que ser muy cautelosos, debido a que tenían compromisos prioritarios con EE.UU., después de la Postguerra (compromiso histórico). En otras palabras, había chantaje de EE.UU. hacia Japón.

-Memorándum Secreto-Sensitivo del Consejo de Seguridad Nacional, 8 de abril de 1986 : “Nuestro objetivo es desestabilizar el país sin arriesgar nuestra presencia e influencia allí, y al mismo tiempo tener una base legítima para abrogar los Tratados Torrijos-Carter. Nuestra política debe desarrollarse a lo largo de las siguientes líneas: una campaña de acciones encubiertas para desestabilizar a Panamá, acusando a las Fuerzas de Defensa de Panamá, particularmente al general Noriega, de tráfico de drogas… y de estar vinculados a los servicios de inteligencia cubano y de Estados Unidos”

A confesión de culpa, relevo de pruebas.

EE.UU. se opuso al Canal francés bajo el presidente Hayes (1880). Se opuso al Canal que negociaba Nicaragua con Japón, para lo cual atizó una revuelta en 1909 que derrocó al presidente José Santos Zelaya. Ocupó a Nicaragua por más de tres décadas y le dejó a la dinastía Somoza como legado.

Del CSN y la entrevista al general Noriega, extraemos las siguientes conclusiones: (1) EE.UU. obstaculizó la ayuda de Japón a Panamá; (2) EE.UU. frenó el ascenso de Japón como rival en esa época; (3) EE.UU. boicoteó la Comisión Tripartita para entorpecerla hasta que surgieran circunstancias más favorables; (4) EE.UU. chantajeó a Japón para expulsarlo de Panamá: su acercamiento al Canal era ‘incompatible’ con los acuerdos de seguridad Washington-Tokio; (5) EE.UU. intervino en asuntos soberanos de Panamá, impidiéndole desarrollar libremente sus relaciones internacionales.

Las citadas intervenciones palidecen ante las cometidas durante la invasión, cuando Panamá fue usada como rata de laboratorio para experimentar tecnologías avanzadas que luego sirvieron para masacrar a pueblos del Medio Oriente.

El documento ‘Secreto-Sensitivo’ reconoce que las FDP se proponían no hacer un nuevo Canal sino extender la vida del actual. En caso contrario, las FDP consideraban que la construcción de una nueva vía ‘debía garantizar la participación de Japón, Europa Occidental y Latinoamérica para impedir que Estados Unidos controle directamente el nuevo Canal’.

Según el CSN, en 1986 ‘Japón es el reto económico fundamental y podría convertirse en la potencia industrial líder a nivel mundial. Si, además, controla un nuevo Canal en América, podría eventualmente ejercer influencia económica decisiva en el Hemisferio Occidental, expulsando a Estados Unidos de su área natural de influencia’.

Tras la invasión, Japón, que había establecido a Panamá como el centro de su expansión en Latinoamérica, retiró sus depósitos del Centro Financiero Internacional y redujo su presencia diplomática y su influencia política en la región. Se produjeron sospechosos asesinatos, secuestros, accidentes, atentados terroristas a funcionarios y empresarios japoneses en Panamá, El Salvador, y otros países de Centroamérica.

La misma élite que dominó Panamá desde 1903, con la pausa breve del Torrijismo, fue reinstaurada en 1989 para continuar la dominación de EE.UU., igual que hicieron en Nicaragua en 1909.

En el siglo veinte, al menos seis panameños del más alto perfil fueron eliminados por EE.UU. para mantener su monopolio canalero:

(1) el general de División Victoriano Lorenzo, militar invicto y primer guerrillero del siglo veinte, fusilado por un Consejo de Guerra ilegal el 15 de mayo de 1903 por no plegarse al Tratado de Paz del Wisconsin, indispensable a la construcción del Canal;

(2) el general Esteban Huertas, jefe del primer Ejército Nacional, despojado de cargos y honores y pasado a retiro luego de que el embajador de EE.UU. ordenara el desmantelamiento del cuerpo armado en noviembre de 1904, tras acusarlo de intentar derrocar al presidente conservador Manuel Amador Guerrero;

(3) el presidente Arnulfo Arias, derrocado en 1941 por eliminar el ‘derecho de intervención’ de EE.UU. en la nueva Constitución, defender la neutralidad del Canal y rechazar una alianza militar con EE.UU.;

(4) el presidente José Antonio Remón Cantera, asesinado por agentes de EE.UU. el 2 de enero de 1955 por exigir revisiones al Tratado de 1903;

(5) el jefe de Gobierno y general Omar Torrijos, asesinado el 31 de julio de 1981, por negarse a cortar sus vínculos con Japón y a abrogar o renegociar los Tratados del Canal;

(6) el Jefe de Gobierno y general Manuel A. Noriega, el 20 de Diciembre de 1989, por negarse a cortar su vínculos con Japón, a renegociar los Tratados del Canal, a restaurar la Escuela de las Américas y a plegarse a los intereses de seguridad de EE.UU. (Ver: Julio Yao, El Monopolio del Canal y la Invasión, en prensa).

Mi amigo Eduardo Galeano lo resumió lacónicamente: ‘El único pecado de Noriega fue serle infiel a la CIA’.

*ANALISTA INTERNACIONAL, EXASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR Y ESCRITOR.

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