“Discurso hacia el Segundo Congreso Anfictiónico de Panamá” por General Manuel Noriega (11/8/1988)
Un movimiento continental para lograr la integración iberoamericana se forjó en una histórica conferencia en Panamá en agosto. 8–11 de 1988 a la que asistieron 200 delegados de 22 naciones de la región. Senadores, congresistas, líderes sindicales, historiadores, científicos, exministros y militares retirados trabajaron juntos para planificar un Segundo Congreso Anfictiónico, en honor al primer congreso de este tipo organizado por Simón Bolívar en 1826 para unir las nuevas repúblicas del continente. (En la antigua Grecia, una anfictionía era una asociación de estados vecinos por su interés común).
El general Manuel Noriega pronunció el discurso de clausura, ante una multitud de mil personas y la prensa internacional.
“Discurso hacia el Segundo Congreso Anfictiónico de Panamá” del General Manuel Noriega
“Este evento representa los anticuerpos que se producen para aguantar el imperialismo norteamericano y perfeccionar la defensa de nuestra América Latina. Panamá debe volverse hoy hacia América Latina, mientras América Latina ve en Panamá su propia angustia.
Representamos el espejo de todas las agresiones contra los pueblos que desean ser libres.
Los meritorios representantes de países hermanos latinoamericanos que participan en este encuentro, son auténticos testigos de la historia que hoy escribe Panamá.
Panamá está sufriendo una de las agresiones más brutales, porque se niega a capitular y prestar su territorio para que fuerzas extranjeras ataquen a países hermanos.
Nunca antes tan pocos habían preocupado a tantos imperialistas como hoy.
Al llegar al cuarto día de este encuentro, donde no había posiciones ideológicas ni posturas radicales, donde a la manera de Cristo buscamos lo que nos une más que lo que nos divide,
proclamamos orgullosos al mundo ya nuestros propios hombres indios, negros, mestizos y blancos, que ha llegado la hora del pueblo.
Y sepan que aquí en Panamá, sus hermanos sostendrán la trinchera de la dignidad en nombre del deber, aunque podamos estar amenazados de exterminio, ya que creemos que los luchadores nacionalistas no son los dueños de sus vidas, ya que sus vidas pertenecen a la patria.